La Dermatología Pediátrica constituye una subespecialidad de la Dermatología, que estudia el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades cutáneas en la infancia (desde el nacimiento hasta los 18 años de edad).
Las enfermedades que afectan directamente a la piel son entre un 9 y un 21% la causa de consulta al área pediátrica según diferentes estudios. Resulta ser una de las especialidades médicas que más dificultades diagnósticas y terapéuticas tiene por la complejidad y variabilidad que la piel tiene y más aún si cabe cuando se refiere específicamente a los niños.
La Dermatología Pediátrica abarca un amplio y heterogéneo espectro de enfermedades o lesiones cutáneas tanto de tipo congénito (presentes en el momento del nacimiento) como adquiridas. Hay enfermedades dermatológicas características y exclusivas de la edad pediátrica (periodo neonatal, infancia y adolescencia), diferentes a las de los adultos, que a menudo requieren tratamientos y actitudes diferentes.
Los tipos de enfermedades que se visitan son muy variadas. Desde enfermedades inflamatorias como la dermatitis atópica, la dermatitis seborreica o la psoriasis; angiomas y malformaciones vasculares; nevus melanocíticos congénitos y adquiridos; alteraciones de la barrera cutánea y queratinización como las ictiosis; enfermedades vesiculo-ampollosas de la infancia o enfermedades raras como algunas formas de mastocitosis o histiocitosis. En nuestra Unidad de Dermatología Pediátrica el trato entre niño y médico y la relación establecida entre los padres y el dermatólogo son fundamentales.
En la adolescencia la piel sufre unos cambios intensos que merecen un estudio específico. Durante este período se producen una serie de cambios fundamentales.
Los cambios cutáneos más relevantes serían el incremento en excreción sebácea y desarrollo de caracteres sexuales secundarios (vello sexual y la secreción apocrina). Todo ello puede llevar al desarrollo de enfermedades cutáneas muy prevalentes en este periodo como el Acné o la proliferación de levaduras en relación con los cambios en las secreciones glandulares (pitiriasis versicolor, dermatitis seborreica). Al mismo tiempo, y por esos mismos cambios, desaparecen infecciones típicas de la infancia como las tiñas de cuero cabelludo o mejoran procesos como la dermatitis atópica. Por el contrario también asistimos al desarrollo del inicio de procesos infecciosos ‘nuevos’ como la tinea pedis interdigital, la tinea cruris o las onicomicosis, excepcionales en la infancia o el inicio de enfermedades de transmisión sexual.
Entre otras actividades destacamos:
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